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Atrincherado en el anonimato.

-“¡Eres tú, bastardo miserable, el que usa el seudónimo de Satavisky para escribir basura en la red!”


-¡De ningún modo! ¡Cómo se le ocurre? ¡Me ofende, usted!


Lo negaré hasta la muerte.


Ser una persona famosa, con el tiempo, lo convierte a uno en un Personaje. Y los Personajes son seres de ficción,
son caricaturas. Tienen oscuridad o claridad y no se les admiten matices, no se les perdonan relativismos.
Además, por algún misterio que tal vez la psicología conozca y no tengo ganas de googlear, la opinión de los
Personajes importa más que la de las personas, lo que implica una responsabilidad no natural en cada palabra.
Una persona puede en una sobremesa recostarse sobre el respaldar de su silla y decir cualquier barbaridad, sea
racista, sea intolerante, sea misógina o lo que fuere... Puede pensar en voz alta, sin temor a que sus palabras
pasen por los filtros insaciables de lo correcto, de lo conveniente, de lo válido, de lo apropiado, de lo inclusivo y
qué se yo cuántos más que hay en esta época de ofendidos seriales pululando en todos lados. Los Personajes, en
cambio, viven sometidos al juicio constante: todos se sienten jueces ante un personaje.
Algunos saben convivir perfectamente con el Personaje que se ha creado de ellos. Saben dónde termina el
recurso artístico y dónde comienza la intimidad. Ejemplo de ello sería Keith Richards, que toma té helado en una
botella de whisky . Otros, pienso que la mayoría, son devorados por su Personaje. Tenemos un ejemplo radical y
musical también, nacional esta vez: Pity Álvarez. El Personaje fue poseyendo a la persona al punto de llevarla a
cometer un homicidio. Porque el Personaje se sabe caricatura y busca la autosuperación, por eso busca ser cada
vez más exagerado, más extremo. El Personaje no quiere aburrir porque si aburre desaparece, y lo sabe. Puro
instinto de supervivencia, podemos entenderlo.
Mi Personaje está decidido a sobrevivir y por eso, antes de que yo, estúpido y simple humano con sentimientos y
razonamientos propios, lo condene a la oscuridad y al olvido, ha decidido confinarme al anonimato y para esto me
bautizó Satavisky.

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